La esencia de la manipulación radica en el control de las ideas. Ya decía Joseph Goebbels, el artífice de la propaganda nazi, que “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”. Todos conocemos formas de manipular, desde los chantajes, la desinformación, e incluso los insultos y el mal humor permanente.
El chantaje emocional forma parte de la manipulación y es una forma de control que recurre a la culpa, la obligación o el miedo. El objetivo es conseguir que otra persona actúe de acuerdo a unos intereses que van en favor de quien hace el chantaje. La manipulación informativa es tan antigua como el poder, que pronto descubrió la importancia de controlar la información y atraer la opinión pública hacia los intereses de un determinado colectivo.
Los recursos que se utilizan para manipular al personal van desde la mentira flagrante hasta la simple omisión de información, pasando por las verdades a medias, la propagación de rumores o la desinformación. Por otra parte, de lo que no se habla en los medios de comunicación o comparte un grupo que busca consenso, sencillamente no existe, queda fuera del debate de las ideas y desaparece del “espacio público”.
La comunicación transparente basada en datos facilita ante todo la información veraz. Esta se ha convertido a su vez en uno de los valores más cotizados en estos momentos. El uso de técnicas como la descontextualización, la generalización o la desorganización del contenido está a la orden del día a la hora de falsear la información.
El manipulador, además, es tenaz. No para hasta conseguir lo que busca cualquier medio. Los hay que usan una cierta agresividad, otros el desprestigio o el victimismo y muchos son capaces de reinterpretar cualquier palabra o gesto de la otra persona en su propio beneficio. No todos los grados de chantaje son iguales, ni responden a los mismos objetivos. Algunos son inocentes y casi inofensivos. Sin embargo, otros son tan retorcidos que pueden terminar dinamitando psicológicamente a la otra persona.
El chantajista emocional, el manipulador ejerce el papel de víctima, lleno de inseguridades y miedos. No asume ni reconoce sus limitaciones y vuelca sobre el otro esas las debilidades, intentando provocar sentimientos negativos. El manipulador suele conocer muy bien los puntos débiles de sus víctimas, incluso los secretos, y este conocimiento es el que suelen utilizar para formular amenazas directas o encubiertas o ejercer presión cuando no están consiguiendo lo que desean directamente o indirectamente sobre las personas del entorno o grupo de referencia.
Los manipuladores siempre culpabilizan a los demás y traspasa su responsabilidad a otros. Cambia de opinión y comportamiento según las personas, situaciones o grupos sobre los que quiere influir de forma sistemática y se busca personas que puede sumar a su causa. Ante cualquier exigencia, alega razones lógicas para disfrazar sus peticiones y su incompetencia.
Por otro lado, genera la duda de cualquier persona próxima a la persona que quiere manipular y genera todo tipo de duda a otros. Critica de forma encubierta y no directa, juzga y utiliza a cualquier persona desinformándola, generando la duda y creando suspicacias. El objetivo final es sembrar la discordia que rodea a la persona que quiere manipular o desprestigiar. Los manipuladores son cobardes, y suelen comportarse como si cada desacuerdo fuera el factor decisivo de la relación, sin importarle cambiar radicalmente de posición en función del interés que tenga frente a terceros.
Como he señalado anteriormente son personas inseguras, cobardes que evitan o se escapa de las reuniones en donde se encuentren todas las partes. Usa la falta de información de los demás para demostrar su superioridad moral. Es un mentiroso compulsivo sin escrúpulos, por lo general envidioso y egocéntrico. Piensa que es el mejor, pero realmente es un incompetente social. Aparentan una autoestima de la que carecen y tienen baja tolerancia a la frustración a la vez que tienen un deseo casi compulsivo de enterarse de todo para que la situación no se les escape de su control.
Sienten miedo ante la evaluación social y necesitan dar una buena imagen. La inseguridad les lleva a ser muy temerosos y ante determinadas situaciones donde van a ser descubiertos, huyen, desaparecen como grandes cobardes. Sienten terror a ser descubiertos como mentirosos patológicos y auténticos manipuladores profesionales. Creen que escapan huyendo pero están condenados al fracaso, porque la mentira y la manipulación tienen un camino muy corto.
“Las grandes masas sucumbirán más fácilmente a una gran mentira que a una pequeña”
– Adolf Hitler –
Francisco García Cerrato
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