La psicología económica trata de demostrar que la conducta humanas frente a economía y las finanzas no son tan predecibles ni tan lógicas, ni tan obvias como parecen.
Aparentemente, pensamos que a la hora de tomar una decisión económica actuamos de forma racional, en busca del máximo beneficio, pero existen numerosas evidencias acerca de cómo las decisiones que tomamos en nuestro día a día se guían más por el pensamiento irracional y por la pensar perfectamente lógica y racional.
Los estudios conductuales relativos a esta forma de actuar han demostrado que nuestros juicios están cognitiva, emocional y socialmente condicionados. El comportamiento humano se escapa de la racionalidad aparente del mercado y a la comprensión de las decisiones que muchas veces se toman.
No existe un control efectivo sobre nuestras decisiones económicas. Estamos tan condicionados que no nos damos cuenta, que no somos conscientes, y esto forma parte de la naturaleza humana; no podemos decidir pensar mejor sin más.
La única solución para corregir estos sesgos es la educación, la formación y el entrenamiento en “pensamiento racional” dentro del contexto y diferencias culturales de referencia, asunto, que añade un factor adicional de complejidad y subjetividad a la bondad de las decisiones que tomamos. Esto se evidencia en la forma de tomar decisiones y gestionar entre occidente y oriente, por ejemplo.
Generalmente, y pese a la información a la que podemos acceder, tendemos a tener mucha confianza en juicios que hacemos basados en muy poca información. Es uno de los aspectos más importantes de la cognición.
El trabajar con poca información nos hace generar interpretaciones muy rápidas, lo que llena da una apariencia de efectividad relevante, porque nos permite actuar rápido, pero por otro lado no somos conscientes de lo que no conocemos. No somos consciente de todo lo que no sabemos, de lo es importante y dejamos a un lado en nuestro proceso a la hora de tomar decisiones.
Admitir errores siempre es desagradable. Las personas tenemos una opinión diferente cuando las cosas van bien o mal. Cuando ven cómo se toma una decisión desde fuera, y tiene un mal resultado, tienden a pensar que fue un error y quien la tomó debería haber previsto las consecuencias. Un planteamiento a posteriori y no previo a la toma de la decisión.
Cuando la gente cambia de opinión, olvida cómo pensaba antes.
Las personas escogemos la alternativa que consideramos más útil de entre las disponibles para afrontar una situación concreta.
Según la teoría de las perspectivas, cuando existe incertidumbre con respecto a los resultados tendemos a optar por las recompensas seguras a otras menos probables, aunque el valor de las primeras sea inferior.
Además damos más importancia a las pérdidas reducidas, aunque sean improbables, que a las ganancias moderadas; los autores denominan a esto “aversión a las pérdidas”. Debido a nuestra aversión a las pérdidas, en caso de que se nos presenten dos alternativas equivalentes de las cuales una esté formulada en términos de ganancias y otra de pérdidas, lo más probable es que optemos por evitar la segunda. En resumidas cuentas, preferimos evitar pérdidas que obtener ganancias.
La perspectiva de pérdidas tiene un mayor impacto emocional que la de ganancias y que tendemos a percibir la probabilidad de perjuicios de forma más amplificada independientemente de que sea mucho menor.
Nos guiamos desde la experiencia y la memoria y a partir de ahí interpretamos lo que vivimos. Al pasar ese evento o tener una experiencia, lo que queda es el recuerdo de eso que se vivió y esto muchas veces es un «engaño».
La memoria también puede afectar nuestra experiencia y cómo una buena o mala experiencia incide directamente en nuestro recuerdo.
Las personas demos un mayor valor del que tienen objetivamente a algunas cosas por motivos emocionales. Cuando eres un pesimista y ocurre algo malo, lo vives dos veces. La primera, cuando te preocupas, y la segunda, cuando ocurre.
La gente no toma sus decisiones en función de la estadística o la probabilidad.
Todas nuestras decisiones mejorarán significativamente haciendo consciente el hecho de que tenemos sesgos, y con el desarrollo de métodos y conocimiento reducir y contrarrestar las fuentes de estos sesgos en el juicio a la hora de tomar una decisión.
La adquisición de nueva información altera significativamente el proceso de toma de decisiones.
«Con nuestro culto a la satisfacción inmediata, muchos de nosotros hemos perdido la capacidad de esperar»
Zygmunt Bauman
Francisco García Cerrato
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